TORO Y SU HISTORIA
Toro y su historia pueden enorgullecerse de un pasado lleno de acontecimientos históricos, y de haber ocupado el centro mismo del poder en distintas ocasiones, como aún lo recuerdan muchos de sus monumentos, no puede decirse menos de sus famosos vinos.
En la Edad Media, los vinos de Toro eran altamente apreciados por los reyes y señores. En eventos cortesanos, banquetes y celebraciones, estos vinos eran una presencia constante. Se dice que incluso el rey Alfonso IX era un gran admirador de los vinos toresanos.
Los vinos toresanos acompañaron siempre las mesas de reyes y señores y también estuvieron presentes en las mayores gestas por ellos emprendidas, como por ejemplo, en el Descubrimiento de América, calmando la sed de la tripulación durante la larga travesía. La conexión con el Descubrimiento de América es especialmente notable. Cuando Cristóbal Colón se embarcó en su viaje histórico en 1492, se llevó barriles de vino de Toro para calmar la sed de la tripulación durante la larga travesía. Los vinos robustos y duraderos eran ideales para el largo viaje marítimo, y se convirtieron en un símbolo de la aventura y el descubrimiento.
Incluso se dice que el nombre de una de las carabelas, La Pinta, debe su origen a Toro, pues un toresano fue quién así la bautizó: Fray Diego de Deza, influyente confesor de la reina Isabel La Católica.
Los tintos y blancos de Toro alcanzaron un gran prestigio también entre los hombres de letras. Famosas son las alusiones que a este vino hacen ilustres escritores como el Arcipreste de Hita, Quevedo y Góngora, entre otros.
En definitiva, estas tierras siempre han sido de buen viñedo, de bodegas y lagares, de buenos blancos y mejores tintos. Y ha sido tal la abundancia del preciado mosto, que hasta una de las torres toresanas, dice la leyenda, que fue construida con vino en vez de agua al hacer la argamasa.
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